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martes, 10 de mayo de 2011

Flor del 10 de mayo: Virgen digna de alabanza

Festividad de San Juan de Avila

Meditación: “Bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1,42). “Mi alma engrandece al Señor” (Lucas 1,46). Cuando cumplimos la profecía de llamarla Bienaventurada, hablamos de las maravillas que hizo en Ella el Todopoderoso. Unimos nuestra voz a la suya, alabando perpetuamente al Señor. Imitemos a María agradecida, a María serena, a María llena de sacrificio, a María alegre, a María confiada, a María llena de Gracia y fortaleza para cumplir así nuestra misión en la tierra.

Oración: ¡Oh Madre!, que te hiciste la más pequeña, siendo realmente excelsa, enséñame a amarte, a alabarte y a agradarte del mismo modo en que vos lo hiciste con el Señor, para que también nosotros lleguemos a El. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

 
Quinto Misterio
LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR

Contemplación
«La vida y la muerte se abrazaron en un duelo sublime». La vida y la muerte representan los puntos claves y resolutivos del sacrificio de Cristo. Con su sonrisa de Belén, que prende en los labios de todos los hombres en el alba de su aparición sobre la tierra; y su deseo y último suspiro en la cruz, que unió al suyo todos nuestros dolores para santificarlos, que expió todos nuestros pecados, cancelándolos al fin, he ahí la vida de Jesús entrando en la nuestra. Y María está junto a la cruz, como estuvo junto al Niño en Belén. Supliquémosle a ella que es madre; pidámosle que también ella interceda por nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte».

Reflexión
Se podría ver esbozado en este misterio el sino misterioso de aquellos hombres que jamás se enterarán -y qué inmensa pena es- de la sangre que ha sido derramada en favor de ellos por el Hijo de Dios. Y sobre todo, el de los pecadores obstinados, el de los incrédulos, el de aquellos que recibieron y reciben, y rechazan después, la luz del Evangelio.

Intención
Pensando en esto la oración se sumerge en un deseo magnánimo, en una vehemencia reparadora, en un horizonte mundial de apostolado. Y se pide, con gran fervor, que la preciosísima Sangre derramada por todos los hombres, dé al fin, y les dé a todos ellos, conversión y salvación. Que la sangre de Cristo sea para todos arras y prenda de vida eterna.


Florecilla para este día: Ser pequeños y humildes como María nos pide, para crecer en la Gracia.

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